2. abr., 2021

Abuela

Se recuerda cuando su abuela burló al policía, fue esa vez que entró a la cantina de don Guillermo y pidió le sirvieran un trago de aguardiente para tomar y otro para llevar. No debía faltar la rodaja de limón y un trozo de queso de la hacienda de Paco Azulón. Un policía que pasaba la miró salir de ese lugar permitido para hombres y le gritó que se parara; ella volvió a verlo, él se quitó la gorra y le hizo señas. La abuela detuvo el paso y con ironía dijo:
—¿Qué le pasa a ese pendejo?, será que esta garganta le pertenece—. Después las mujeres perdieron el miedo y en Punta Caliente, desde entonces, se respetan.